Mañana será el cierre

Mañana será el cierre. Ha sido un año “lindo”, como dirían mis cuates de “por allá”. Sólidamente hermoso, como una partitura llena de ritmo y vida, bellamente ejecutada. Solo falta el concierto del día de Sta. Cecilia, que ya está en el horno, haciéndose poco a poco, como corresponde a lo artesanal.

¿Cómo celebrar un 75º cumpleaños, si quien lo celebra es un coro? ¡Pues cantando! Y hemos cantado de lo lindo en estos meses. Si curiosean, pueden encontrarnos por la red. Pero en este pequeño mundo coral hay mucho feeling solidario, gracias a Dios y a la humanidad que compartimos. A eso se debe que muchos sábados, a lo largo del año, hayamos podido disfrutar de conciertos corales de diversa factura y color: Gospel, música sacra, musicales conocidos, polifonía clásica y renacentista, folklore, temas euskéricos que se han enganchado en la memoria popular, fragmentos de ópera y zarzuela, poesía hermanada a la música…

Conciertos memorables, por los que hay que agradecer a quienes los hicieron para  nuestra gente, la que nos ha seguido por años de años y continúa esperando que cada Sta. Cecilia, nuestras voces les digan algo nuevo.

Hubo un concierto muy especial.  Todos los coros de Barakaldo pasaron, uno por uno, por el presbiterio-escenario, para cantar a esta Schola que, veterana ya, despierta con brotes nuevos cada primavera. Desde los centenarios hasta los más jóvenes. Además, todos aceptaron que la Schola de S. Vicente, la del 75º cumpleaños, interpretara con ellos una partitura. Fraterno. Bello.

Al final, un-coro-hecho-de-todos-los-coros cantamos el Bengolea, que, de a poco, va convirtiéndose en himno celebrativo de este pueblo… que también cantó, invitado por el director y que hasta ha aprendido a seguir las instrucciones de la batuta. Y el Agur jaunak.

Me lo han confirmado personas que participaron en los coros y otras que estaban entre el público: sintieron algo diferente, como que el voltaje de la corriente que se dispara en los entresijos del ánima era muy alto y la onda emotiva muy ancha. Sería porque estábamos muchos del mismo pueblo, cantado a la vida que se expresa en todos nosotros, con matices diversos, en partituras variopintas. Porque, al final, todos cantamos y a todos nos cantan el Agur jaunak, como saludo y como despedida, digo yo.

Hasta el próximo concierto… agur, jaunak!

Juan Ignacio Vara – Tenor 2º

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